La Plata: Adolescentes en busca de proyecto

La Licenciada en Literatura, Profesora Maria Alejandra Finocchi, con un grupo de alumnos

5-7-09.- La falta de motivación entre los chicos es un tema que desvela a la comunidad educativa y se potencia al final del secundario, cuando muchos se sienten a la deriva y sin saber qué camino seguir. Esta situación es todavía más crítica en las escuelas vulnerables de la periferia donde a las dificultades para elegir se suma la falta de oportunidades. La experiencia de un grupo de profesionales de la Universidad de La Plata que lleva gratuitamente la orientación vocacional a quienes más la necesitan.

A la deriva. Así quedan al dejar la escuela media numerosos chicos que concurren a colegios periféricos platenses considerados vulnerables, entre quienes el futuro resulta en muchas ocasiones una invitación a la incertidumbre. Más o menos así se sentía Lucas cuando, a punto de terminar el secundario en una escuela de Olmos, se encontraba desorientado al pensar en el futuro. Nacido y criado en Etcheverry y con escaso contacto con la ciudad de La Plata y su Universidad, era poco lo que sabía sobre las distintas carreras que podía estudiar.
En esa situación, cuenta, estaba cuando llegaron a su escuela profesionales del centro de orientación vocacional de la facultad de Psicología de la UNLP. Con ellos, lo primero que hizo Lucas junto a sus compañeros, fue comenzar a poner en palabras sus anhelos y sus frustraciones, algo a lo que no estaba acostumbrado. "Hicimos programas de radio, talleres de literatura, comenzamos a expresarnos. De a poco empezamos a contar cosas nuestras, lo que queríamos de nosotros qué tipo de proyecto de vida nos imaginábamos. No fue sencillo, pero de a poco lo fuimos logrando", dice Lucas, que por estos días se prepara para recibirse de enfermero.
Para Rocío, la historia fue similar. De pocas palabras, Rocío tuvo problemas desde el principio para contar cuáles eran sus sueños. Apenas había pensado en su futuro después del secundario y cuando lo hacía se le representaba vagamente una carrera vinculada a la Economía. Con todo, las charlas con los profesionales de la UNLP y el mismo trabajo que fue haciendo junto a sus compañeros resultó revelador. No era la Economía lo que le interesaba, sino el Derecho. Y fue hacia esa facultad que orientó sus pasos primero. Más tarde dejó, se anotó en un instituto terciario para estudiar magisterio y ahora, ya cumplida esa meta, se replantea la posibilidad de reiniciar la carrera de Derecho.
Las historias de Lucas y Rocío ilustran el trabajo de profesionales de la UNLP que llevan la orientación vocacional a ámbitos donde no es habitual: escuelas de la periferia platense donde estudian chicos con poco contacto con la universidad y a veces dueños de duras realidades, signadas por las limitaciones económicas, familiares y sociales. En ese contexto en el que resulta dificultoso forjar proyectos, ayudarlos a lograr ese objetivo es el desafío de un grupo de profesionales platenses.
Mirta Gavilán es uno de ellos. Convencida de que un proyecto a futuro puede construirse a partir de una carrera universitaria o de otras variantes e interesada en valorar los saberes propios de cada chico, Gavilán es la directora del programa de orientación vocacional que actualmente lleva adelante, en dos escuelas platenses, la Universidad Nacional de La Plata con el apoyo de la Fundación Florencio Pérez.
De ese proyecto participan en la actualidad más de 150 chicos de entre 17 y 20 años que actualmente cursan el último año de la educación media.
El programa de extensión universitaria, llamado "Equidad y Orientación: el Desafío de una Propuesta", nuclea a 25 profesionales de las carreras del programa de Orientación Vocacional de la facultad de Psicología junto a otros de las facultades de Periodismo y Letras, quienes se reúnen semanalmente con los chicos a punto de egresar para ayudarlos a desarrollar un proyecto de vida.
"Hay un cambio de paradigma en materia de orientación vocacional. Y si siempre se creyó que se trata de una disciplina destinada a quienes pueden seguir cierto tipo de carreras, lo que nosotros postulamos es que se puede articular con otro tipo de proyectos, como los terciarios, los laborales y los sociales. Lo importante es que cuando los chicos salgan de la escuela tengan algún proyecto y no queden a la deriva", explica Gavilán.Desde la Fundación Florencio Pérez, destinada a luchar contra la droga, en tanto, se destacó el valor preventivo de un proyecto de vida para alejar a los jóvenes de las adicciones.
LA EXPERIENCIA EN DOS ESCUELAS
El programa -que en años anteriores se llevó adelante en otras escuelas de la periferia platense- se desarrolla actualmente en dos escuelas: la Media Nº 38 de Abasto y la Media Nº 11, ubicada en las inmediaciones del Estadio Ciudad de La Plata.
Según explicó Gavilán, el criterio de selección de ambas escuelas se basó en investigaciones previas realizadas en el marco del mismo trabajo de extensión -que se llevaba a cabo desde hacía tres años, aunque de manera más limitada- que demostraron que tenían un alto nivel de vulnerabilidad social.
"Este es un trabajo que es necesario empezar desde cero. Porque los chicos en esta situación suelen ser muy introvertidos y tener mucha desconfianza hacia el mensaje de los adultos. Es por eso que en esta primera instancia, que va desde marzo hasta hoy, se intenta que los chicos se suelten y se expresen", dice Gavilán.Una vez logrado ese objetivo se comienza a atacar otro de los problemas que enfrentan los chicos en situación de vulnerabilidad: la falta de información.
"En el imaginario de muchos está la idea de seguir una carrera universitaria, pero no reciben información sobre las posibilidades concretas que tienen de hacerlo, sobre todo teniendo en cuenta que muchos provienen de familias con muchos problemas económicos. Y aquí aparece otro problema y es que, a pesar de que existen formas de procurarse ayuda aún en la misma universidad -a través del acceso a becas, por ejemplo- también las desconocen", dice por su parte Teresita Cha, co directora de la iniciativa, que busca conectar a los chicos con esas oportunidades.VALORAR LOS SABERES PROPIOS
Con todo, el programa dista de limitarse a brindar información. También se basa en la escucha y la valorización de los saberes propios de los alumnos, capaces de dar pie a un proyecto de vida vinculado a una carrera terciaria, a lo laboral o a lo social.
"La desvalorización es una de las características que arrastran estos chicos a partir de las situaciones de marginalidad y exclusión que habitualmente viven. Por lo general no se imaginan que pueden llegar a determinados logros y hay que trabajar a partir de la revalorización de sus experiencias y sus saberes, redimensionarlos y ampliar a partir de ellos sus propios conocimientos", dice Gavilán.
Otra de las aristas a las que apunta el programa es a involucrar a las familias e instituciones en el compromiso de contribuir a que los chicos forjen sus proyectos, sepan qué quieren hacer y qué camino seguir para lograrlo."Lo importante es dejar una huella en los chicos, pero también en los docentes y en el personal auxiliar de las escuelas donde trabajamos, porque ellos pueden transmitir luego estos conceptos", expresó por su parte Teresita Cha.Para los chicos que vivieron ediciones anteriores del programa, como Lucas y Rocío, la iniciativa representó un antes y un después en su educación.
"Hasta ese momento nadie de la Universidad se había acercado a nosotros y por una cuestión de distancia con La Plata no estábamos muy en contacto con toda esa realidad", cuenta Rocío y agrega "así se hacía muy difícil crear un proyecto sobre bases reales".
Rocío destaca que otra de las ventajas que le otorgó el proyecto es "aprender a pelear por lo de uno y a expresar lo que uno siente y quiere. Al principio eso cuesta mucho, por lo menos costaba en mi escuela y muchos chicos no sólo tenían problemas para decir qué querían hacer de sus vidas, sino también para expresarse y contar qué les estaba pasando".En la evaluación de los profesionales, en tanto, surgen importantes mejoras en la forma en que los chicos comienzan a ver el futuro después de la experiencia.
Por caso, destacan que los chicos logran esbozar proyectos concretos para la finalización de la etapa a mediano y a largo plazo.
El aspecto comunicacional es otro de los que sale ganando. Los chicos desarrollan competencias comunicacionales en las que la voz singular se siente autorizada a medida que se desarrolla el proceso.
Otra de las ventajas que observan los profesionales es que los chicos aprenden a gestionar sus propios proyectos, realizando análisis de viabilidad, evaluando la situación en la que se encuentran y llegando a imaginarse situaciones deseadas con criterio de realidad.
También se aprovecha la experiencia para transmitir valores como el de la solidaridad, vivenciarlos y ponerlos en práctica.Los chicos se ponen en marcha, a través del trabajo colectivo, en la búsqueda activa de información educativa y laboral.La visualización de proyectos que resulta de estas actividades, no siempre se circunscribe a la cuestión personal. También surgen iniciativas que tienen que ver con las comunidades a las que pertenecen.
"El aprendizaje para tomar decisiones, para elaborar un currículum o para presentar una carta laboral, se suma la posibilidad de reconocer las fortalezas y debilidades personales, la mejora en la comunicación con el mundo adulto", concluyen los profesionales