Enigmas y fantasmas que perduran en la isla Martín García

Es un lugar del partido de La Plata, lleno de encanto y misterio, un refugio natural sorprendente que fue cárcel de cuatro presidentes, escenario de las hazañas de nuestro marino estrella, Guillermo Brown, sitio de confinamiento para los sospechosos o de ser portadores de la peste de fiebre amarilla. Y muchas cosas más, sobre todos los enigmas de sus cementerios.

Es una isla que está en la imaginación de todos, y como la inmensa mayoría de los argentinos no la conoce, eso acrecienta su misterio. Si supieran que está condenada a desaparecer.

Falta todavía, pero su inexorable destino es ser devorada por el Delta. A fuerza de los sedimentos, ese conglomerado de ríos, riachos y arroyos que serpentean entre la selva subtropical, ha crecido más de siete kilómetros desde 1852 y se viene acercando a razón de 50 centímetros por año. Mas tarde o más temprano, esa isla misteriosa, en el medio del Río de la Plata será historia.

Pero también es una roca, que se formó hace 1.800 millones de años, una isla de piedra, un chichón del macizo de Brasilia que emerge solitario en el río de la Plata y después se oculta hasta reaparecer en las sierras de Tandil. Fue tierra de héroes y villanos, de miserias y grandezas, cárcel y paraíso al mismo tiempo.

La bucólica isla de Martín García: 168 hectáreas, dos mil metros de largo, por 1400 de ancho. Claro que una cosa es ir, recorrerla, recibir alguna instrucción sobre sus misterios, rarezas y extravagancias y ya. Otra cosa es caminarla, y hundirse en los enigmas que guarda el cementerio que tiene, extrañamente… ¡las cruces de las tumbas torcidas!

Isla Martín García

¿A qué obedece ese raro escenario del camposanto? Ahora vamos a hablar de eso, y de esoterismo, maldiciones y una historia muy grande, para una isla muy chiquita…

Entre los 30 mil turistas por año que la visitan, hay gente fanática de la isla. Van por día en una lancha que sale de Tigre, -son tres horas de navegación- y otros van en aviones particulares, porque hay una pista asfaltada de 1200 metros. Muchas van a visitar, como dije el cementerio, el de las cruces torcidas. Porque ya veremos, hubo otros antes que ese. Y tan misteriosos también.

Martín García, es un mosaico de ambientes donde conviven pajonales, ceibales, bosques, arenales y una extraña selva con cañas de bambú, que haría las delicias de un oso panda. Pero… ¿sabías que hay gente que le tiene fobia a las islas? A esta, como a otras. ¿Que la sienten como un encierro? Imagínate entonces, si a esto le agregamos misterios, enigmas, cosas insepultas, que se dicen a medias, o directamente.

Se habla de fantasmas. De todo, como en una novela de cosas inexplicables. Descubierta por Juan Díaz de Solís el 16 de febrero de 1516 cuando ingresó a la embocadura del Río de la Plata, sigue siendo tan célebre, como desconocida.

El conquistador, antes de convertirse en almuerzo de los indios charrúas, la bautizó con el nombre de su despensero que acababa de morir. Es un misterio si el desafortunado Martín García está en alguno de los atiguos camposantos o fue hombre al agua como se estilaba en aquellos tiempos.

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No se acaban en eso las extravagancias de este bastión estratégico que está a 45 kilómetros de Buenos Aires y a menos de cuatro kilómetros de la costa uruguaya. Por las casas del barrio viejo –el barrio chino, lo llaman- deambulan los fantasmas.

Los de marineros, prostitutas, soldados, presidiarios… polvo de la historia de varios siglos… de cuando la isla estaba habitada por militares y civiles y fue centro del contrabando y la mala vida. Allí crecieron los prostíbulos como ahora la hiedra entre las grietas…

Lo de chino no es por los asiáticos, parece ser que era por las chinitas, mujeres jóvenes, humildes, por lo general campesinas o dedicadas a las tareas domésticas en el norte argentino, que fueron forzosamente impulsadas a la prostitución.

Y recuerdo que el administrador me dijo que debajo de ese verde que todo lo devora, donde duermen en invierno las iguanas, están los restos de la casa donde estuvo detenido Hipólito Yrigoyen, después del golpe militar que lo derrocó en 1930. Se ven los escombros.

Isla Martín García

Este pedazo de tierra fue cárcel para cuatro presidentes constitucionales que vinieron aquí a dar con sus huesos. Como Napoleón, que cuando le quitaban el poder lo mandaban a una isla.

Martin García fue la debilidad del presidente Domingo Faustino Sarmiento, que la protegió muy especialmente, la arboló –todavía se ven sus grandes eucaliptus- y acaso debido a su ubicación estratégica en el río de la Plata tuvo una fantasía que pocos conocen.

Tuvo la utopía –en 1850- de proponer a Martin García como capital de una federación de tres países del cono sur: Argentina, Uruguay y Paraguay, que pasarían a llamarse Estados Unidos del Rio de la Plata. Se llamaría Argirópolis, que, traducido, sería la ciudad del Plata.

Torcuato Marcelo de Alvear, que también fue presidente constitucional estuvo confinado, por conspirador, en 1933 y 1934. Como era un hombre de gustos refinados hizo traer su inodoro y finamente decorado con el pincel de un artista plástico para hacer un poco más llevadero su cautiverio.

Perón, prisionero por dos días

Y al costado de la plaza está la escuela donde se alojó, como prisionero, Juan Domingo Perón entre el 15 y el 17 de octubre de 1945. ¿Le creemos a Perón, que no por nada era oficial de inteligencia y el mas sagaz y ambicioso de todos los de su camada? Y esto incluye a los que no lo podían ver.

Hummmmm. Fue, para mí, un enigma, ese encarcelamiento en la isla. Finalmente, como se sabe, todo terminó nada menos que en la fecha más especial de la liturgia peronista: el 17 de octubre de 1945. Los mismos que lo habían sacado del gobierno tuvieron que llevarlo al balcón de la Casa Rosada para calmar a las masas y así empezó a gestarse su candidatura presidencial.

Isla Martín García

Calle abajo –y detrás de un amplio parque-se levanta la casa más hermosa de la isla, donde estuvo prisionero en 1962 otro presidente constitucional, don Arturo Frondizi.

Celosos de su creciente poder, sus propios camaradas militares lo confinaron a Martín García, creyendo que así romperían -a través del olvido- la cercana relación que había establecido con los trabajadores y los sindicatos desde su estratégico puesto de la Secretaria de Trabajo y Previsión.

Escribió cinco cartas, con aires de despedida y de resignación, a sabiendas de que los servicios de inteligencia las capturarían.

Sobre todo hubo una carta donde le planteaba a Evita abandonar la vida política y vivir en la Patagonia por el resto de sus vidas. Desde cualquier lugar de la que uno esté se ven las altas chimeneas de ladrillos que denuncian la presencia de un crematorio y remiten, con cierto escalofrío a enfermedades como cólera y fiebre amarilla.

Y aquí sí, las leyendas hablan de fantasmas y gritos desgarradores en las noches de invierno. La curiosidad me llevó una y otra vez hacia ese lugar sombrío. Se lo llamó Lazareto cuarentenario y funcionó desde 1874 hasta 1915. Fue una idea para controlar las epidemias y las enfermedades contagiosas que llegaban con las oleadas de inmigrantes al puerto de Buenos Aires.

¿Cuántos inmigrantes que soñaron con le tierra prometida no llegaron a ver el puerto de Buenos Aires y murieron y fueron reducidos a polvo en esos crematorios? Solo Dios lo sabe. No hay registros.

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Así llegué al tanque de agua, que es el lugar más alto de Martín García, unos 27 metros sobre el nivel del mar. Desde allí se ven la mayoría de las casas, abandonadas, y los gigantescos pabellones de la Marina de Guerra, que mantuvo aquí la Escuela de Grumetes hasta 1970. No en vano la isla llegó a estar habitada por 4.500 almas y aunque hoy viven un poco más de cien personas.

Isla Martín García

Debajo de la torre hay un laberinto, que los isleños hicieron recortando una ligustrina. Nada mejor que poner un misterioso laberinto en una isla llena de enigmas… ¿Será el símbolo de algo?

No sé si dije que este lugar ya era prisión desde 1700 cuando llegaron castigados siete desertores del Ejército y fueron derechito con pico y pala a trabajar a las canteras de piedra: ellos hicieron los adoquines de las primeras calles de Buenos Aires, por orden del virrey Arredondo.

Así nació la leyenda negra de Martín García, la Alcatraz del Río de la Plata. Y los restos del presidio—funcionó hasta 1957-están en el centro de esa roca en el medio del río. Los gruesos muros están pintados de rosa y sus barrotes proyectan una lóbrega sombra sobre la vereda rota.

Martin García siempre fue tierra de relegados. Los registros dicen que en 1919 convivieron 44 comunistas y anarquistas —todos flamantes inmigrantes europeos—con 90 ladrones y 42 rufianes.