Dardo Rocha |
La Plata está rodeada de enigmas y misterios. ¿Por los símbolos masónicos que la acompañan desde su fundación? ¿Por túneles secretos de los que todos hablan? ¿Por los enigmas que atesora la hermosa catedral? ¿Porque sigue vigente la llamada “maldición de los gobernadores”?
Hablemos de eso, por supuesto. Corramos el velo que protege los enigmas. Y hablemos también de cosas curiosas de las que nadie habló: que sirvió de inspiración para una ciudad que imaginó nada menos que Julio Verne, o, por ejemplo, que alguna vez se la pensó como capital de la Argentina o que fue la elegida por Perón y Evita para casarse por iglesia, en 1945, un año después de conocerse, en una boda casi secreta.
Los misterios de las diagonales y los masones
Vamos a contar una historia posible sobre la ciudad que se reparte entre triperos y pincharratas, (el futbol no podía estar ausente en una historia colectiva argentina) pero esa sí que es una relación difícil, apasionada y que los encadena para siempre.
Eso no es ningún misterio pero, así como otras ciudades tienen torres, monumentos, portales y estatuas que la definen, en el caso de La Plata lo que la define es un mapa ¡como si fuera el mapa del tesoro! Es el mapa que señala la cuadricula de la ciudad. El que hizo el equipo de ingenieros y arquitectos en el tablero de diseño. Es el ícono de la ciudad: el plano catastral de 1882: un cuadrado perfecto, pero donde las diagonales se cruzan formando pirámides y rombos dentro de su contorno.
¿Tiene sentido? Claro. Porque nació y creció con la estela de la masonería que llevaron como bandera los padres fundadores. La ciudad está llena de palacios y palacetes de uso público, desde la casa de Gobierno hasta los hospitales. Y todo se hizo en solo 4 años. A los dos años de vida, ya tenía 10 mil habitantes. Crecimiento explosivo. La mayoría, inmigrantes que habían bajado de los barcos. Solo mil eran argentinos.
Uno de los misterios de La Plata tiene que ver entonces con la masonería. En aquel tiempo, había muchos masones en los ámbitos de decisión. El presidente Roca era Masón, Benoit, el que diseñó la ciudad era masón. Todo aquel espíritu de avanzada, de las líneas secretas del siglo 19 tiene que ver con La Plata.
Cuando la ciudad cumplió 100
años, en 1982 se reabrió la Piedra Fundamenal, en la plaza Moreno y aparecieron
los símbolos que estaban enterrados: la escuadra y el compás, que son los
símbolos masónicos. Apenas diez días después de la fundación de La Plata se
creó la primera logia masónica, Luz y Verdad. De hecho, se hallaron por lo
menos 9 medallas masónicas de distintas logias al descubrir la piedra
fundamental.
Es que 29 de los 36 profesionales
que hicieron la ciudad eran miembros de la masonería. Ahora, que cosa, ¿no?
Siempre se asocia a la masonería con el anticlericalismo. Sin embargo, el
primer símbolo de la ciudad es la gigantesca catedral. La Plata nació
grandiosa. Y cuando se inauguró, resultó tan moderna que en la Exposición
Universal de París se la proclamó “La Ciudad del futuro”.
La ciudad sin infancia
Y no fue el resultado de un
poblado mínimo que después fue creciendo. No. Nació en un tablero de dibujo y
es una de las pocas en el mundo que se originaron así. Muchos culparon a los
masones de poner a la calle con el numero 13 en el centro mismo de la ciudad.
Pero para los masones, el 13 es el número que simboliza algo bueno: la
transformación de simples mortales a hombres iluminados que aprendieron a
conocer los secretos de la vida.
Un escritor, Gualberto Reynal,
puso, además de esta historia del 13, la llamativa reiteración del 666, a
través de sumas y restas de sus calles que, como bien sabemos es “el número de
la Bestia”, el anticristo en el libro del Apocalipsis.
¿Tonterías? ¿Quién lo sabe? La
ciudad fue una idea de Dardo Rocha. Y un sueño secreto. ¿Y cuál era su sueño?
Aspiraba a ser el próximo presidente de la Nación. Según me contó Rubén Pesci,
reconocido arquitecto platense: “Él hace una triquiñuela muy interesante y para
mi valiosa: diseña una gran ciudad como capital de la provincia que bien se la
merecía, pero que pudiera, a la vez, ser capital de la Nación si los
acontecimientos iban hacia esa dirección”.
De La Plata. dicen que fue la
ciudad que no tuvo infancia.- No tuvo muchas cosas -me dijo el arquitecto
Pesci- Poca historia. Y yo, como todos, vivimos ese prejuicio de que dijeran
“nacimos de la nada, esta ciudad es un invento”. Pero en cambio hoy decimos que
somos únicos.
Es como Washington o Brasilia, que
también fueron diseñadas. Pero el sueño de Dardo Rocha de ser presidente de la
nación y de preparar una ciudad capital moderna y fastuosa a la altura del
mandato que imaginaba no pudo ser. Perdió la pulseada política, porque se peleó
con el presidente Roca, pero la ciudad que mandó a hacer, con sus palacios y su
diseño de vanguardia lo sobrevivieron hasta hoy.
Al momento de su inauguración,
solo Washington, la capital de Estados Unidos, la superaba en modernidad. Pero
desde el punto del ingenio mismo, de la creatividad misma, todas las
investigaciones que hemos realizado demuestran que La Plata al final del siglo
20 es la ciudad más moderna que se creó en el mundo.
Y sin embargo, la cosa empezó con
un acto inaugural fallido. ¡Porque no asistió el presidente Roca, nada menos!
Raro, pero su puede explicar. El 20 de septiembre de 1880, el Congreso aprobó
la federalización de la ciudad de Buenos Aires, que se convirtió así en capital
de la República.
En febrero de 1881, Rocha es
elegido gobernador de la provincia de Buenos Aires. Había que determinar cuál
sería la capital. Pudo haber elegido Chivilcoy o Tandil, pero hizo una fastuosa
ciudad desde cero. El 19 de noviembre de 1882, era una calurosa tarde de
primavera y el gobernador Dardo Rocha, un hombre de la oligarquía porteña,
sumamente refinado e inteligente, colocó la piedra fundamental de la futura
capital bonaerense.
El presidente Roca advirtió la
amenaza a su poder. La puja política creció y en dos años, la enemistad entre
Roca y Rocha era palpable. Por eso, Roca –que había sido designado padrino- no
asistió a la inauguración de la ciudad, argumentando que tenía que hacer un
viaje al interior del país. Las zancadillas políticas nos vienen desde lejos.
El día de la fundación, no tiene
desperdicio. El banquete oficial fue preparado por chefs franceses y hubo sopa
de tortuga tiernizada, gallina a la inglesa, puerco a la romana, pavo de York,
postres de charlottes rusos café y coñac.
Desde el primer día, La Plata
tuvo luz eléctrica. Cuando ninguna ciudad del país la tenía, ojo. Y agua
corriente potable. Otra cosa casi milagrosa. Rubén Pesci, un notable arquitecto
e historiador de la ciudad de sus desvelos, me narró no milagros, pero sí,
hechos que vistos hoy son como milagrosos…
La Plata fue vanguardista desde
su concepción. Fue la primera ciudad en Latinoamérica que tuvo alumbrado
público, tuvo principios higienistas, donde se llevó a cabo el primer ensayo de
tranvía eléctrico. Recorría ocho cuadras y al ver las chispas de los cables, la
gente tenía miedo de subirse porque temía quedar electrocutada.
El evento fue iluminado con
bombitas por encargo de Pedro Benoit, que fue el ingeniero que proyectó la
futura ciudad, para sorprender a los concurrentes. Unas 300 personas fueron al
banquete, pero unas tres mil fueron al asado popular que se sirvió en paralelo,
en general, los primeros vecinos y los trabajadores que habían hecho la ciudad.
El parrillero fue el mismísimo
José Hernández. Según se cuenta, trajeron 200 reses gordas desde Buenos Aires,
pero entre el calor y la espera, parte de la carne se echó a perder y la que
quedaba se quemó toda, con lo cual el debut del poeta no fue bueno y no hubo
aplausos para el asador.
Los periodistas se hicieron una
panzada con el papelón y un cronista apuntó que ni el más encarnizado enemigo
de Rocha podría haberlo hecho mejor para hacerlo vivir el ridículo y “colmarlo
de maldiciones”, sugiriendo que todo el acto de principio a final fue un
sabotaje perpetrado por el presidente Julio Argentino Roca, al que no por nada llamaban
El Zorro, por su astucia.
El misterio de las “maldiciones”
El regreso a Buenos Aires fue
frustrante y la comitiva de segunda línea que mandó el presidente Roca se
molestó por los padecimientos y la tardanza del tren, por lo que volvieron al
sitio del asado por la noche y con ganas de hacer una maldad de pura bronca.
Y llegaron con una bruja, que
hizo un “trabajo” para maldecir a la nueva ciudad y sobre todo, para que Dardo
Rocha no llegara a ser presidente. ¿Es una leyenda? No podría afirmarlo. Pero
el ritual existió.
Los conjurados, aprovechando la
mezcla de cemento, cal y arena que aún estaba disponible y fresca, abrieron la
bóveda donde estaba la piedra fundamental, se bebieron las once botellas de
buen vino que habían sido colocadas durante el día para la posteridad. Pero, ya
que estaban se robaron las medallas y monedas de oro y plata conmemorativas, un
escrito que Dardo Rocha había dejado para los tiempos y otros objetos de gran
valor.
Como decía, todo esto se debate
desde aquel día y se piensa que la bruja, la maldición y el saqueo son parte de
una leyenda. Sí, pero ocurre que cuando cien años después, en 1982, las
autoridades abrieron la bóveda, varios de los objetos que se pensaba encontrar
allí habían desaparecido.
Al parecer, alguien hizo girar a
los confabulados alrededor de la piedra fundamental en sentido antihorario
mientras repetían como una letanía: “Nosotros, hombres y mujeres de bien,
invocamos todas las fuerzas malignas de la Tierra y del cielo, convocamos a los
espíritus del mal y les pedimos que se queden para siempre en este lugar por
los siglos de los siglos”.
Esta maldición pasó a la historia
como la “maldición de los gobernadores”, según la cual La Plata no prosperaría
a la par de otras ciudades y los gobernadores de la provincia de Buenos Aires
nunca llegarían a la Presidencia. ¿Todo mentira? Hmmmmmm.
Pero la maldición, si creemos que
existe, se cumplió en parte. Por empezar, Dardo Rocha no pudo ser presidente y
los gobernadores, todos los gobernadores de Buenos Aires que lo siguieron
tampoco.
117 años después de la maldición,
un mentalista llamado Manuel Salazar entró en escena, justo cuando iban a
celebrarse las elecciones presidenciales de 1999 y el gobernador Duhalde tenía
grandes chances de romper con el hechizo. Había que ayudarlo.
Salazar llevó adelante una
contramaldición para neutralizar el efecto de la bruja de Tolosa. En una
canchita de futbol, hizo una fogata de cuatro metros de altura con maderos
palos y papeles y repartió diarios viejos a los 200 asistentes para que
avivaran el fuego y pidieran deseos cada vez que tiraban las hojas.
El psíquico dijo a poco de
iniciado el ritual: “Muchachos, llueve y no estaba anunciado y ni siquiera hay
nubes sobre La Plata. ¡La magia está empezando!”. Y cuando avanzó la noche, los
muchachos de Salazar lo siguieron en su ritual hasta la plaza Moreno, que es la
plaza principal, frente a la Catedral.Aqui los curiosos llegaron a quinientos y
había muchos periodistas para saber cómo el hombre invocaría a los espíritus.
Primero, con gran sentido de lo
escénico, depositó las cenizas justo debajo de la escultura del arquero que hay
en la plaza, y extendió una bandera bonaerense sobre la piedra fundamental y
extendió un lienzo negro encima. Abrió una de la botellas de champaña y la
extendió con su brazo mirando de frente a la catedral y dijo: “Señor Duhalde,
sea usted bienvenido a la presidencia de la Nación”
La gente empezó a aplaudir, el
mentalista besó las banderas y la boca de la botella de champaña y acto seguido
empezó a bailar alrededor de la piedra fundamental. Sin embargo, tampoco así
Duhalde ganó las elecciones y si llegó finalmente a la presidencia no fue por
obra de la voluntad popular.
Palomas mensajeras
Otro misterio es Pedro Simón del
Corazón de Jesús Benoit. En principio, lo que se sabe de él es que fue un
arquitecto, ingeniero y urbanista argentino, responsable de la rectificación y
canalización del Riachuelo y la facultad de Derecho de Buenos Aires. Pero su
obra mayor fue la ciudad de La Plata. Sin embargo, el misterio Benoit también
continúa hasta hoy.
Y algo curioso: gracias a la
universidad, La Plata se llenó de inventores y de tipos geniales. Como no
existían ni la radio ni la televisión, un grupo de hinchas de Gimnasia y
Esgrima ideó un sistema para conocer el resultado del partido cuando su equipo
jugaba de visitante: el vuelo de palomas mensajeras.
Las palomas eran del arquero del
equipo y el encargado de viajar era un chico de 13 años, que iba con una
canasta con seis palomas. Ante cada gol, el chico anillaba a una de las palomas
con la información en las patas, y se reservaba dos para dar el resultado
final. Ellas tardaban 30 minutos en viajar desde Capital Federal a La Plata.
La Plata fue bautizada así por
José Hernández, nada menos. Se pudo llamar Rivadavia o Nueva Buenos Aires y
durante el primer peronismo entre 1952 y 1955, se llamó ciudad Eva Perón. ¿Por
qué? Porque alli se casaron Perón y Evita, en 1945, en la parroquia de San
Francisco de Asís.
Otro misterio interesante de la
ciudad es el fantástico Museo de la Plata. Modesto Inacayal fue un cacique
tehuelche que ayudo al perito Moreno durante una expedición al Nahuel Huapi.
Unos años después, fue tomado prisionero junto a su familia y otros caciques,
como Sayhueke y Foyel. Moreno los rescató y los alojó en el museo, que estaba
en construcción.
Durante el día podían circular
libremente por los pasillos, pero a la noche eran encerrados con candado en una
habitación del subsuelo. Como parte de una colección viviente, los indios eran
examinados desnudos por los científicos, se los fotografiaba o se los obligaba
a posar quietos durante horas frente a pintores que los retrataban.
Moreno fue muy criticado después,
porque el esqueleto de Inacayal fue descarnado y se lo expuso a la vista del
público durante más de cincuenta años. Hoy, sus restos están en Tecka, Chubut,
donde fueron restituidos.
Ciudad de los milagros, ciudad de
los poetas, la ciudad inventada
Asi la denominó la prensa,
siempre afecta al propio bautismo. ¿Cómo se gestó la ciudad? ¿Cómo la hizo
Pedro Benoit? Su trazado es un cuadrado perfecto, con diagonales que la cruzan
y 23 bosques y plazas cada determinado número de cuadras lo cual asegura que la
ciudad pueda respirar.
Y desde el centro mismo, en esa
plaza seca donde se levantan a su alrededor los edificios de los distintos
poderes, hacia la costa del rio y el puerto, el hombre del diseño imaginó en el
tablero un eje fundacional, a lo largo del cual fue construyendo los edificios
públicos más representativos.
¿Habrán soñado Benoit y Dardo
Rocha que La Plata resistiría el paso del tiempo? Claro: hoy, en Estados Unidos
se habla del nuevo urbanismo, se habla de ciudades más justas, mas inclusivas.
Y La Plata siempre aparece como modelo en el mundo.
Rocha mandó a hacer el puerto en
un lugar inmejorable, la profundidad del rio era superior a la del Riachuelo,
Necochea o Bahía Blanca. 1800 personas trabajaron en el mejor puerto del mundo,
como se lo definió. Pero ya se sabe: Buenos Aires es un peso pesado. Buenos
Aires hizo Puerto Madero. aunque diez años después quedó obsoleto.
La gran catedral platense es uno
de los edificios mas fotografiados por su monumentalidad. De inocultables aires
góticos, sus torres, que arañan los 113 metros de altura recién fueron
terminadas en el año 2000. Construida con ladrillos, tiene 120 metros de largo,
tiene reminiscencias de Notre Dame y de la Catedral de Colonia, en Alemania y
está considerada entre las diez catedrales más importantes del mundo.
También la catedral tiene una
piedra fundacional. Pero donde está, es un misterio. No se la encuentra.
Misterio. Una de las cosas llamativas son las gárgolas, esos ornamentos
externos donde están representados cabezas de animales autóctonos, como pumas,
chanchos jabalíes y yacarés.
Otro misterio está en el museo de
La Plata, y se trata de las momias. Debo estas narraciones a la gentileza del
joven escritor platense Nicolas Colombo, que me aconsejó leer su libro de
hechos extraños ocurridos en La Plata. Y compiló muchos.
Dardo Rocha trajo tres momias
egipcias al volver de uno de sus viajes, que fueron al museo. Pero pasado un
tiempo, ocurrieron sucesos muy extraños, cuando la egiptología y las
maldiciones de las momias estaban en boca de todos por el hallazgo de la momia
de Tutankamon en Egipto.
El entonces director del museo
que ordenó investigar la antigüedad de las momias enfermó y tuvo que renunciar.
Su sucesor murió poco después a causa de un infarto y misteriosamente, también
enfermaron gravemente otras dos personas que abrieron los sarcófagos, y uno de
los empleados de limpieza de la sala de las momias murió al poco tiempo.
En la plaza Moreno, sobran los
misterios
El escritor Gualberto Reynal
escribió que los jarrones que se exhiben son “símbolos de la brujería” y que
los machos cabríos que están a su lado (comunes en las representaciones
artísticas griegas y romanas) muestran sonrisas diabólicas, y constituyen una
clara asociación con el Diablo.
“El arquero divino”, la escultura
donde una figura humana tensa la cuerda de su arco y parece apuntar por la
orientación hacia la torre de la catedral, es considerada por muchos como un
agravio de la masonería a la iglesia católica.
Muchos hablan de los misterios
que tienen que ver con la ciudad. Por ejemplo, acaso como un mito urbano,
circula la idea de que los palacios de la época fundacional están conectados
por túneles. Túneles secretos, supuestamente construidos como vías de escape en
regimientos, edificios públicos, Legislatura, casa de Gobierno, Catedral y
cementerio. Hay indicios de túneles. Y es muy imaginable. Entre la casa del
entonces vicegobernador D´amico y la casa del gobernador Dardo Rocha hay 250
metros: es probable que hayan hecho un túnel para ellos.
La momia, la zona 72 y el hombre
gato
Al abrir un féretro para el
traslado del cementerio de Tolosa en 1908, encontraron una momia de cuerpo
entero y máscara intacta. El administrador del cementerio decidió exhibirla dos
horas por día. Y como el cadáver, seco, incorrupto emitía cierta fosforescencia
por las noches, unas señoras italianas recién llegadas como inmigrantes lo
consideraron un santo milagroso, y lo llenaron de velas encendidas.
También existe, desde 1950 la
misteriosa Zona 72, una lonja de tierra de un kilómetro de largo por solo cien
metros de ancho, donde los expertos de la llamada Fundación Argentina de
Ovnilogía comprobaron la presencia de fenómenos relacionados con luces
extrañas, aparición de huellas de pasto deshidratado y hasta la aparición de
humanoides.
En los 80, fueron famosos los
ataques del hombre gato, supuestamente un joven enmascarado y vestido de negro
que raspaba puertas y ventanas con unos guantes con púas mientras maullaba.
Robaba casas y golpeaba y arañaba a sus víctimas. Supuestamente era un experto
en artes marciales pero sus correrías duraron todo el año 1985 sin que pudiera
ser capturado.
La Plata, la ciudad de la
felicidad pasajera para miles de estudiantes que sueñan con el futuro y que
desvela a sus gobernadores inútilmente en su intento de conjurar la maldición
que la acompaña desde el día uno.
La perlita del final
¿Qué tiene que ver el novelista
Julio Verne con La Plata? Mucho, según parece. Estamos hablando del hombre que
se adelantó a su tiempo: autor de El Faro del Fin del Mundo, 20 mil leguas de
viaje submarino, De la Tierra a la Luna, Viaje al centro de la Tierra, La
vuelta al mundo en 80 días, entre otros….
Cuando Dardo Rocha asistió a la
Exposición Universal de París en 1889, donde se inauguró la Torre Eiffel, para
presentar la ciudad de La Plata como algo revolucionario en el urbanismo, los
franceses le entregaron dos medallas de oro: una, por haber hecho la ciudad del
futuro; la otra, por la calidad de la construcción.
El propio Julio Verne le entregó
a Rocha la medalla del premio a la modernidad. Se sabe que Verne visitó la
Argentina en la década de 1870 y participó en un congreso masónico. Allí, dio a
conocer sus ideas sobre urbanismo que luego serian aplicadas en el país por
otros masones, entre ellos Pedro Benoit, porque todos dicen que el trazado de
La Plata está basado en el libro del novelista francés llamado “Los 500
millones de la Begún, la reina árabe”.
La ciudad que Verne había
idealizado en uno de sus libros fantásticos, tres años después Rocha la
concretó. Asi imaginó Verne su ciudad imaginaria, a la que llamó France-Ville:
“El plano de la ciudad es
sencillo. Las calles, cruzadas en ángulos rectos, están trazadas a distancias
iguales, de amplitud uniforme, plantadas de árboles y designadas por números de
orden. De medio en medio kilómetro, la calle, tres veces más ancha, toma el
nombre de avenida o paseo, con esculturas”.