Qué pasó con la Piedra Fundacional

 

221.com.ar / Begum /Gabriel Darrigan.

La historia del acta fundacional parece un cuento policial. Mitos y leyendas que un grupo de investigadores quieren desenterrar en búsqueda de la verdad.

Esta historia podría comenzar con la apertura de la Piedra Fundacional, hace 39 años. Allí ocurrió un hecho propio de un cuento de Sherlock Holmes: los platenses descubrieron que el acta de la fundación de la ciudad había desaparecido.

Pero el relato no terminó ahí. Ahora salen a la luz nuevos documentos que sugieren la existencia de un segundo saqueo una vez finalizados las actos por el centenario de La Plata; o, al menos un extravío. El asunto se reactivó en octubre de este año cuando un grupo interdisciplinario de investigadores vinculados a la asociación sin fines de lucro "Los Aprendices de Dardo Rocha" inició el Expediente Nº71.808 en el Concejo Deliberante local. Allí solicitaron que durante el 2022, año en el que la ciudad cumplirá su 140º aniversario, sean exhibidos al público todos los documentos hallados en 1982 en la Piedra Fundacional. A su vez, exigieron que se dirija a la Universidad Nacional de La Plata un pedido de informe sobre su intervención en los trabajos de laboratorio realizados sobre los documentos y las muestras tomadas durante los meses que duró la exhumación.

La relevancia de la solicitud presentada por historiadores y profesionales de la archivística radica en que se pide declarar de interés para el municipio la investigación sobre el paradero de los documentos. De esta manera, se cerrarían cuatro décadas de rumores, y se completarían los huecos en la historia reciente de la ciudad, que habitualmente es completada con mitos y leyendas.

Ciertamente, la historia tomó impulso cuando, como parte de una investigación histórica mayor sobre los últimos años del Proceso de Reorganización Nacional en la ciudad, un par de peritos científicos tuvieron que analizar los hechos ocurridos en torno a la exhumación de la Piedra Fundacional de noviembre de 1982. Entonces se percataron que durante las semanas que duró la excavación había estado presente un numeroso grupo de escribanos, los cuales redactaron una serie de actas entre el 9 de noviembre y el 23 de diciembre. Allí se habían realizado la exhumación de la cápsula del tiempo dejada por Dardo Rocha, la catalogación de los objetos descubiertos y las decisiones oficiales adoptadas sobre esos objetos.

Entre los documentos encontrados por los investigadores, luego de 39 años, se destaca un acta labrada el 22 de diciembre de 1982 por el escribano general de gobierno de la provincia de Buenos Aires. Dicha fuente echa por tierra con contundencia el mito que se ha construido a lo largo de los años sobre la destrucción total de los documentos por las filtraciones de agua, como así también revelaría el verdadero motivo por el cual no fueron devueltos los objetos al centro de Plaza Moreno.

Lo que motivó la solicitud oficial ante el Concejo Deliberante de La Plata es el hecho de que la entidad en cuestión, durante el 2021, se encargó de realizar el trabajo de digitalizar las antiguas actas del Concejo conservadas en el Palacio Municipal. Durante esta labor ad honorem se pudieron constatar faltantes de volúmenes enteros de actas. Teniendo en cuenta este dato, entre los expertos cobró fuerza la hipótesis del ocultamiento oficial de los papeles de 1982, cuya búsqueda consideran debería ser de interés municipal.

EL LEGADO DE DARDO ROCHA

En rigor de verdad, la génesis de la historia empieza en 1882 cuando el gobierno de la ciudad de Buenos Aires donó una urna de cristal que había sido encargada en Europa para que se guardara el acta de la ceremonia de fundación de La Plata. Es así como el principal documento de la ciudad, que pasaba a ser la nueva capital provincial, terminó siendo resguardado del paso del tiempo por un delicado contenedor donado por la ciudad que dejaba de ser la capital.

Archivo histórico de protocolos en el subsuelo de la Escribanía General de Gobierno, en el que se conservan protocolos de los últimos 250 años.

Firmada por las principales autoridades políticas, judiciales y eclesiásticas presentes aquel día, las crónicas confiesan que el acta también fue firmada por una multitud de invitados que descendieron de los palcos para dejar sus rúbricas para la posteridad. Junto a otros objetos, el contenedor de vidrio fue colocado en una caja de plomo, a la cual se le pusieron a ambos lados periódicos para amortizar los impactos y luege fue tapada y soldada. La Piedra Fundamental, sobrevenida en cápsula del tiempo, fue levantada con una polea y depositada en la fosa especialmente escavada, mientras todos los presentes cantaban el himno nacional, y se efectuaban disparos, aplausos y ovaciones.

Pero no todo fue idílico ese día. Las tensiones políticas entre la provincia y la Nación se dejaron ver cuando el padrino de la ceremonia, el presidente de la República Julio A.Roca, no asistió aquel día y en su reemplazo fue enviado el ministro de Relaciones Exteriores Victorino de la Plaza. Fue este funcionario quien se encargó de cerrar la fosa con una tapa de mármol de Carrara y con una mezcla de cal y arena, para luego dar lugar a los maestros mayores de obra invitados, que procedieron a construir un arco macizo de ladrillos. Así, el lugar se convirtió en una cripta subterránea.

Nacida en medio del campo y planificada hasta en sus más mínimos detalles, de esta manera quedaba fundada la nueva capital de la provincia de Buenos Aires, la cual hasta contó con instrucciones a modo de legado de cómo y cuándo se debería abrir su Piedra Fundacional.

“…y si las generaciones venideras quisieran en su centenario conmemorar este acto y constatar la existencia de este documento y objetos que le acompañan, deberán efectuar una excavación que partiendo del punto céntrico de la plaza, mida 1,50 mts. en la dirección ya indicada. Excavando perpendicularmente se encontrará el frente del macizo y la puerta que guarda la caja. Cumplido el objeto y depositada el Acta de la Ceremonia que tenga lugar se cerrará tal como se encontraba”. Con esta transcripción del acta de la ceremonia del 19 de noviembre de 1882, Emilio R. Coni quiso dejar constancia en su Reseña Estadística y Descriptiva de La Plata, publicada en 1885, sobre la voluntad de los fundadores. Transcripción que cien años más tarde, por las derivas insólitas del destino, fue tenida en cuenta por las autoridades para organizar las obras de exhumación de la caja de plomo.

Escudo de la ciudad de La Plata en el mármol que desde 1983 cubre la Piedra Fundacional en el centro de Plaza Moreno.

Sin embargo, quiso la historia que este legado transcripto en los documentos de la época fuera respetado parcialmente en 1982, ya que los objetos de la cápsula del tiempo nunca volvieron a su lugar de origen. Cuando se les pregunta los motivos, los actuales encargados del Museo y Archivo Dardo Rocha desconocen por qué los objetos de la Piedra Fundacional terminaron en esa dependencia. “Yo creo que el problema fue cómo se interpretó lo que estaba escrito en el legado que dejó Rocha”, se anima a adivinar Daniel Mesa, uno de los empleados municipales a cargo.

Susana Scorians, quien trabaja en la Municipalidad desde 1976, arriesga otra respuesta: “Por el agua se perdió toda la parte documental (…) y para mí todo pasa por la gran sorpresa que tienen cuando se pierden los elementos que ellos pensaron que iban a encontrar. Por eso ellos comienzan a pensar sobre lo que se les puede dejar a las nuevas generaciones”.

ENTRE GALLOS Y MEDIANOCHE

Algunos afirman que hacia mediados de 1982 el país se encontraba en una transición hacia la democracia, por lo que no se puede considerar al ex intendente Abel Blas Román como parte de la dictadura instaurada en Argentina en la década del 70; por el contrario, otros consideran que este abogado de 40 años, elegido a dedo por el Colegio de Abogados de La Plata para dirigir la ciudad, debe ser considerado como un colaboracionista de la dictadura. Lo cierto es que de todos los intendentes de La Plata, fue él quien tuvo el privilegio de estar al frente del municipio durante su centenario.

“Lo que vamos a hacer es iniciar los trabajos de alrededor para establecer con precisión de qué modo debemos trabajar el 19 de noviembre. La población tiene que tener la tranquilidad de que de ningún modo se va a tocar nada, como lo dice el Acta Fundacional, en el sentido que va a ser el 19 de noviembre cuando se realice la apertura”. Con estas palabras, Abel Blas Román daba por iniciados los trabajos de excavación en el centro de Plaza Moreno el 20 de septiembre 1982.

Biblioteca del Museo y Archivo Dardo Rocha.

Las expectativas se acrecentaban a medida que pasaban los días y se acercaba el centenario de la ciudad. En el centro de la plaza se había armado una estructura de tipo iglú para proteger las obras, la cual los vecinos podían visitar de lunes a viernes por la tarde, y los fines de semana durante todo el día.

Pero una mezcla de temor e incertidumbre los invadió el 9 de noviembre. Se comprobó la presencia de humedad dentro de la estructura de ladrillos y esto obligó a adelantar la apertura. Nunca mejor dicho “entre gallos y medianoche” y casi en la clandestinidad, las autoridades convocaron en altas horas de la noche del 10 de noviembre de 1982 al escribano general de gobierno de la provincia de Buenos Aires, Leopoldo Cos, y al escribano adscripto, Enrique Saraví, para labrar la correspondiente acta de lo que se extrajera del interior de la caja colocada por Dardo Rocha.

En el lugar se encontraban el gobernador de facto Jorge Aguado, su ministro de gobierno Gastón Pérez Izquierdo, el intendente Román, el subsecretario de Obras Públicas de la Municipalidad Horacio Ortale y los integrantes de la Comisión Fundacional, la cual reunía a integrantes de la UNLP, la Municipalidad y la Asociación Amigos del Museo y Archivo Dardo Rocha.

Al levantar la tapa de mármol de Carrara se descubrió la caja de plomo soldada, la cual tuvo que ser forzada para romper la soldadura. Y al retirársela sólo pudieron observar la redoma de cristal con grabados e inscripciones, una caja de madera, un diario y un lacre, todo sumergido en agua turbia.

Sobre la decepción de los testigos nada dicen las actas notariales, sin embargo éstas sí dan testimonio de lo que ocurrió a continuación. Según quedó asentado, al ver el agua el intendente Román indicó a los presentes que los objetos requerían una detallada constatación, análisis y estudio técnico, y un posterior inventario de documentos y objetos. Es por eso que siendo las 00:45 solicitó que se volviera a colocar las tapas y el recinto se cerró hasta la mañana siguiente.

Libro de protocolos notariales del año 1982, en el que se observa el acta técnica sobre el estado de los papeles restaurados (Foto: Escribanía General de Gobierno)

El segundo intento de exhumación se dio ese mismo día. Esta vez estuvieron presentes el escribano general de gobierno, el intendente y la Comisión Fundacional, habiendo sido especialmente convocado para actuar como perito Jorge Gazaneo, profesor de la Facultad de Arquitectura de La Plata y vicepresidente del Consejo Internacional de Monumentos y Sitios (ICOMOS). Para el experto, el análisis de la tapa de la caja de plomo demostraba que no había signos de que haya habido violación previa a la apertura de la noche anterior. El especialista lo justificó por la ausencia de rozaduras en el metal. Seguidamente dejó asentado en su acta técnica que el lugar se encontraba inundado.

Luego fue el turno del minucioso inventario de los objetos. Esta vez el escribano general estuvo acompañado por el equipo de escribanos Dora Mc Britton, Enrique Saraví, Gerardo Zoroza y Susana Irigoyen de Irigoyen. Se constató que el primer objeto sumergido que fue rescatado era una caja de madera, de 30 cm de largo por 22 cm de ancho por 11 cm de alto, la cual contenía abundantes monedas y medallas.

El siguiente objeto fue la redoma de vidrio obsequiada por la ciudad de Buenos Aires, de 58 cm de alto, que al apoyarla sobre su base presentaba 21 cm de agua en su interior y una cachadura en el borde de apoyo, en la cual se debería haber encontrado el acta de la fundación. De ella se extrajeron dos bloques de documentos humedecidos: el primero fueron 14 copias del plano de la ciudad en “buenas condiciones”, según se dejó asentado. En el segundo paquete de documentos se podía leer “Oficinas Ministerio de Gobierno 1882", que contenía una carta manuscrita ilegible, dos cuadernillos y un pliego pegado.

La pesquisa fue exhaustiva. Después se extrajeron restos de papel deteriorado que fueron identificados y guardados como muestras nº 2-a y nº 2-b, el agua del interior como muestras nº 3-a y nº 3-b, y otros restos de documentos como nº 4. Incrédulos por la ausencia de la partida de nacimiento de La Plata, continuaron el trabajo vaciando los 39 litros de liquido acumulados a través de los años. En ese momento apareció un fugaz rayo de esperanza cuando se encontraron otros cinco documento. Estos terminaron siendo dos periódicos que se encontraron pegados entre sí, y los otros fueron ejemplares de La Nación y La Prensa del domingo 19 de noviembre de 1882.

Redoma de cristal donada por el gobierno de la ciudad de Buenos Aires para guardar el Acta Fundacional de la ciudad de La Plata.

El inventario se demoró hasta las 22:15 del 10 de noviembre, dando como resultado: 173 monedas de la Confederación Argentina y la República Argentina, 105 medallas conmemorativas de eventos ocurridos durante el siglo XIX de grupos civiles, policiales y militares. Más todos los documentos extraídos en donde se evidenció, para sorpresa de propios y extraños, la “falta del Acta Fundacional”.

Esa misma noche la tapa de mármol y el contenedor de cristal fueron trasladados a una habitación del Palacio Municipal, quedando bajo la custodia del subsecretario de Obras Públicas. La caja de madera con los elementos numismáticos fue colocada en la caja de seguridad de la intendencia por disposición de Abel Román, y las llaves fueron entregadas al escribano general de gobierno de la provincia. Mientras, el patrimonio documental hallado fue enviado a laboratorios de la UNLP.

LOS DOCUMENTOS RESTAURADOS

El día del centenario llegó en un caluroso día de noviembre, pero esta vez las autoridades no se encontraban en el llano como cien años atrás, sino en un suntuoso palco especialmente instalado. En él se podía ver a Reynaldo Bignone, último presidente de facto del Proceso de Reorganización Nacional, al gobernador bonaerense Jorge Aguado y al intendente platense.

Ante los portes marciales de las autoridades y sus colaboradores, los empleados municipales hicieron descender con una polea una nueva cápsula del tiempo. Esta vez se trataba de un contenedor metálico sellado al vacío, el cual había sido fabricado en los Astilleros Rio Santiago, y en el que se habían guardado medallas de entidades platenses de la época, cartas de vecinos, mensajes de las principales autoridades para la posteridad y el acta oficial de ese día.

A continuación se procedió al cierre del macizo con cemento y ladrillos huecos; sin embargo, todo se trataba de un acto simbólico por el día del centenario, ya que en ese momento la caja de madera que contenía las medallas no había sido restaurada, los documentos se encontraban en los laboratorios de la UNLP y aún se barajaba la posibilidad de guardar los objetos originales junto a la nueva caja metálica, como constaba en la transcripción del Acta Fundacional.

Finalizados los actos por el centenario y vuelta la calma a la capital, el 7 de diciembre de 1982 se reunió la Comisión Especial Fundacional con el intendente para entregarle el informe técnico final sobre “los documentos restaurados”. Según este informe, se trataba de un ejemplar de la Constitución de la Nación de 32 páginas de 1868; un ejemplar de la Constitución de la provincia de Buenos Aires de 84 páginas de 1873; una carpeta con el título “Ministerio de Gobierno 1882”, con 20 folios de la Ley de Federalización de la ciudad de Buenos Aires de 1880 y el Censo de la provincia de Buenos Aires del 9 de octubre de 1881; 14 ejemplares de la reproducción litográfica de la traza original de la ciudad; 3 ejemplares del diario La Nación del 19 de noviembre de 1882; y 2 del diario La Prensa del 19 de noviembre de 1882.

Sede central de la Escribanía General de Gobierno de la provincia de Buenos Aires en La Plata.

A su vez, la comisión le presentó un informe en donde se sugería el criterio a adoptar con los objetos fundacionales. En primer lugar, se debía solicitar a la brevedad que el recinto fundacional fuera declarado monumento histórico nacional para que sea preservado correctamente. En segundo lugar, que todos los objetos y documentos fueran devueltos a la Piedra Fundacional como así lo había dejado establecido Dardo Rocha en su legado.

“Nada de eso se cumplirá. La encargada del museo María Apreda de Di Masi, con contactos en el gobierno provincial, sugirió que los objetos se guarden en el museo y que no vuelvan al recinto fundacional”,  explica Elvira Nouzeilles, ex restauradora de la antigua casa de Dardo Rocha, revelando la causa original por la cual no se respetó su voluntad.

La razón habría sido el atractivo turístico y cultural que significaba tener expuestos permanentemente esos elementos, aunque esto significara desvirtuar la identidad del museo del fundador de La Plata, que en la actualidad parece ser un museo sobre el centenario.

Esta versión fue confirmada y ampliada por la carta oficial que el 16 de diciembre de 1982 el gobernador Aguado le remitió a Abel Román, y que el propio intendente se encargó de protocolarizar ante el escribano general: “Tengo el agrado de dirigirme a Usted para saludarle muy cordialmente y referirme a los testimonios de los fundadores de La Plata contenidos en la Piedra Fundamental. Visto el interés público que dichos testimonios han suscitado en la ciudadanía, considerando su valor testimonial para el patrimonio histórico de la Provincia –valor que para ser efectivo debe hacerse accesible a la observación de quienes lo deseen– y que todo lo cual tiene a demás un valor simbólico de profundo sentido político para nuestra comunidad, he decidido disponer que los mismos sean definitivamente exhumados y se guarden expuestos al público en la sede de la Intendencia Municipal, o donde el futuro conviniere”.

GRADUAL DESAPARICIÓN DOCUMENTAL

Cuenta la leyenda urbana que la noche del 19 de noviembre de 1882 un grupo de personas extrajo de la Piedra Fundacional el acta de la ciudad de La Plata y los elementos de valor por orden del presidente Julio A. Roca. Este relato mítico de un saqueo por razones políticas intenta dar una explicación a la ausencia del documento histórico. Y fue de público conocimiento en 1982, ya que el ex intendente Miguel Blas Szelagowski lo dejó por escrito en la crónica oficial que se le encomendó realizar para el centenario; sin ir más lejos, en mayo de 1983 él mismo realizó una conferencia titulada “La desaparición del Acta Fundacional. Un enigma para historiadores”.

 Cajas con documentación histórica en el archivo del Museo Dardo Rocha.

Distinto destinos, a su vez, fueron sufriendo el resto de documentos inventariados y restaurados por la UNLP. En noviembre de 1982 fueron exhibidos en el Palacio Municipal las monedas, medallas y la redoma de cristal. Según se puede observar en el documental oficial de 1982 “La Plata 100”, entre éstos también se encontraban un par de páginas sueltas que habían sido restauradas, faltando los 5 periódicos, los 14 planos y las 2 constituciones.

La hipótesis que manejan los investigadores es que ante la comprobación por parte de los funcionarios provinciales de la época de que el Acta Fundacional no estaba, que algunos papeles estaban deteriorados, y que por el contrario, había una gran cantidad de documentos “irrelevantes” como la Constitución Nacional, se habría tomado la decisión de ocultar la mayoría de estos y así hacer más creíble que el Acta Fundacional realmente se había perdido.

De esta manera, se explicaría la intención del intendente Abel Blas Román de desligarse de las decisiones tomadas y resguardarse de cualquier futura investigación. Así es que tomó la iniciativa de presentarse él mismo el 22 de diciembre de 1982 ante el escribano general de gobierno, pidiendo que se protocolice el informe final de la comisión fundacional y la carta del gobernador Aguado.

Pero es una parte del rompecabezas. Esta hipótesis sólo explica lo que pudo haber pasado con las constituciones en ese período pre democrático. Se supone que, finalizado el año del centenario, los documentos fueron guardados junto a las medallas y monedas en los depósitos del Museo y Archivo Dardo Rocha para ser exhibidos eventualmente en los aniversarios de la ciudad, hasta que se armó la habitación en donde hoy son expuestos al público.

La noticia, sin embargo, pasó desapercibida debido a la gran crisis social e institucional que vivía el país a fines de la década del 80; así las cosas, la primicia sobre la desaparición total de los documentos fundacionales, y la versión de la destrucción por el agua la expuso el vecino Arturo A. Philip en marzo de 1989 a través de su periódico mensual Alter Ego.

Este médico platense anunció en primera plana que él y su grupo de investigadores habían llevado a cabo una exhaustiva pesquisa en archivos y bibliotecas de La Plata. De esa forma, no abonaron la versión oficial de que “todos los documentos de la Piedra Fundacional se habían perdido por el agua”, creyendo inverosímil que no se hubieran podido reconstruir.

Creer o reventar, esta historia sigue inconclusa. Sí se sumaran las dos constituciones, los folios de la carpeta, los planos y los cinco periódicos, serían más de 170 páginas de documentos cuyo paradero aún hoy se desconoce, pudiendo estar sin clasificar en cualquier dependencia nacional, provincial o municipal.