Más de 300 investigadores volvieron al país. De ellos, seis son platenses. En el último tiempo, más de 300 científicos argentinos que se encontraban trabajando en distintas universidades del mundo retornaron al país y se incorporaron a distintas facultades, institutos o centros de estudios. Lo hicieron en el marco del programa Raíces de la Secretaría de Ciencia y Técnica de la Nación, que se lanzó con el objetivo de brindar ayuda a los investigadores que quieren volver a Argentina. Luego de varias generaciones de científicos expatriados en busca de mejores oportunidades de trabajo y de mejores condiciones de vida, la tendencia parece estar cambiando a pesar del optimismo que despierta los resultados de esa política, los números aún parecen bajos si se tiene en cuenta que, según datos de ese organismo, aún hay unos 7 mil científicos argentinos esparcidos por el mundo, un enorme ejército que dejó Argentina empujado por los bajos salarios, las pocas oportunidades y la escasa inversión en infraestructura.Entre ese centenar de científicos argentinos que estaban radicados en el exterior y volvieron al país recientemente hay un grupo de seis investigadores surgidos de las aulas de la Universidad Nacional de La Plata, según datos brindados por el organismo nacional. La lista que incluye a Gustavo Ruíz, la integra Federico Belaguer, quien se doctoró en Ciencias de la Computación de la Universidad de Illinois y regresó el año pasado a la Ciudad. Hoy, desarrolla su trabajo en el Laboratorio de Investigación y Formación en Informática Avanzada (LIFIA) que depende de la Facultad de Informática de la UNLP.También retornó Silvina Cichowolski, una doctora en Astronomía de la Universidad Nacional de La Plata que entre 2003 y 2005 realizó estudios post-doctorales en el grupo de astrofísica de la Universidad Laval de Québec, Canadá. Cichowolsky volvió a Argentina el año pasado y se incorporó al IAFE, un instituto de la Universidad de Buenos Aires. Otro de los "repatriados" es Marcelo Perone. Doctor en Bioquímica con un título obtenido en la UNLP, empezó su carrera de investigador como becario de CONICET en el Instituto Multidisciplinario de Biología Celular (IMBICE). Perone volvió al país en 2006 y se incorporó al IFYBINE, un instituto de estudios de la UBA. También volvieron al país Gabriel Puccini -doctor en Física de la UNLP que estuvo seis años trabajando en el Instituto de Neurociencias de Alicante, España y que retornó en 2006 para incorporarse a la UTN Rafaela- y Ariel Vicente, doctor de la facultad de Ciencias Exactas de la UNLP que volvió este año al Centro de Investigación y Desarrollo en Criotecnología de Alimentos (CIDCA) de la UNLP.VOLVER A CASAEl 29 de julio de 1966, durante el gobierno militar encabezado por Juan Carlos Onganía, cinco facultades de la Universidad de Buenos Aires fueron ocupadas por efectivos de la Policía Federal, que golpearon y desalojaron a estudiantes y profesores y destruyeron laboratorios y bibliotecas. El hecho, que pasó a la historia con el nombre de "La noche de los bastones largos" inauguró en Argentina una larga tradición de fuga de cerebros: en los meses siguientes, unos 300 investigadores y docentes universitarios dejaron el país y desembarcaron en universidades y centros de estudio de todo el mundo.Cuarenta años después, y luego de varias generaciones de científicos expatriados en busca de mejores oportunidades de trabajo y de mejores condiciones de vida, la tendencia parece estar cambiando. "El programa forma parte de una política de estado que en principio buscó vincularse con los científicos que estaban en el exterior y luego apuntó a ayudar a que retornen, pero además incluye la idea de generar condiciones para que los investigadores no se vayan más", destaca Agueda Menvielle, a cargo de Raíces.Pero, subraya, la iniciativa no apunta a "convencer" a científicos que vuelvan al país sino a ayudar a quienes ya tomaron la decisión de hacerlo. "Se les otorga un subsidio de retorno, que consta por ahora del pasaje aéreo. Quizás el año que viene podamos agregar fondos para financiar al grupo familiar también. Además, tenemos un fondo para ayudar a traer el equipamiento con el que trabajaban", destaca.Dentro del grupo de retornados, dice Menvielle, hay "de todo". "Están los que están terminando sus carrera y quieren volver ya jubilados a dar clases a jóvenes que hicieron el doctorado afuera y quisieron volver, pasando por algunos que tomaron la decisión por motivos puramente personales", detalla.
POR QUE VUELVEN
Los que se fueron, agrega Menvielle, lo hicieron por distintos motivos. Algunos se fueron en el '66. Otros lo hicieron en alguna de las crisis económicas, como la de 2001, que expulsó a un grupo importante de científicos. Pero otros, lo hicieron simplemente por motivos académicos, en busca de mejores horizontes.¿Cuáles son las razones que llevan a un investigador que se encuentra trabajando en el exterior a tomar la decisión de volver al país? Para Menvielle, la clave está que hoy Argentina resulta un destino más atractivo que en el pasado. "Hay más opciones, más espacio, más presupuesto", enumera.Un dato fuerte sostiene esa sensación de cambio: entre 2003 y 2007, el presupuesto destinado a las áreas de ciencia y tecnología en el país se triplicó, pasando de $760 millones a $2 mil millones. Pero ese aumento aún no logra colocar al país a la altura de vecinos como Chile o Brasil, que destinan un 1% de sus PBI a este área.Sin embargo, para muchos otros, la decisión no pasa por un cambio en las condiciones, sino por motivos estrictamente personales. "Es difícil pensar que vuelvan los que ocupan cargos importantes o los que están en los lugares más prestigiosos -agrega Menvielle-. Pero es distinto el caso de los que, por ejemplo, son jóvenes y quieren que sus hijos vengan a hacer la escuela acá".