El hombre mueve las manos apasionadamente sobre la arcilla. Los dedos parecen tener vida propia. Se clavan en el barro y retuercen fragmentos. De a poco, lentamente, la masa informe empieza a insinuar líneas de un rostro humano que pronto se constituye en la representación de una figura conocida. Si el observador es exagerado, puede pensar que ver trabajar al maestro artesano Carlos Moreyra es un poco como ver a Dios. Sólo le falta soplar sobre su obra y darle el don de la vida. La escena en la sala de los Grandes Maestros, en la Feria Nacional de Artesanos que se realizó en la ciudad entrerriana de Colón la semana pasada, es cautivante. El artista platense está en el centro de la carpa y nadie puede pasar por allí sin quedarse al menos media hora observándolo. Es, sin duda, una de las grandes atracciones. Su trabajo se vio coronado con uno de los premios más importantes de la muestra. Su escultura Don Cabrera ganó en la sala de Pieza Unica, reservada a los grandes maestros. Dedos en la arcilla Quienes son testigos del trabajo de Moreyra primero ven cómo ese hombre se mueve alrededor de la arcilla. Después prestan atención al diálogo que el artista tiene con los personajes que empiezan a surgir. Y pronto se sorprenden con la metamorfosis que se produce en los rostros que aparecen, se transforman y desaparecen. Primero es simplemente una cabeza calva. Después aparece un inconfundible rostro aborigen que a fuerza de golpes en la cabeza se convierte en un gaucho. Unos precisos retoque en los rasgos de la cara (en la cejas, en los labios, en la nariz) hacen aparecer el rostro definitivo del Ernesto “Che” Guevara, y tronar los aplausos. Moreyra se presenta como un “maestro artesano ceramista”, pero es mucho más que eso. Por su experiencia en años de recorrida por América Latina conviviendo con las comunidades aborígenes, verdaderos dueños de la tierra y de las técnica que él hoy utiliza. En Colón, donde se reúne lo más granado de las artesanías argentina y latinoamericana, comparte sala con otros de su talla. A pocos metros, por ejemplo, se encuentra el reconocido Luthier cordobés Aldo Merlino. En otra carpa se destaca el “indio” Froilán González, el más famoso creador de bombos. Moreyra participa desde hace años de la Fiesta de Colón, a donde llegó seleccionado por su conocimiento de los recursos naturales, su capacidad para preparar mezclas, y por el respeto que tiene por el recurso básico: la arcilla, “esencia de nuestro planeta”, dice el artesano. Su observadores destacan que el hombre hace que en todas sus piezas, artísticas o utilitarias, siempre esté presente “la magia” que sólo se reserva a los grandes creadores. Esa magia surge de sus dedos. Plantado frente a la masa informe de 70 kilos de arcilla, Moreyra da vida a personajes de la historia y de la actualidad, modelando sus rostros con herramientas precarias y una velocidad sorprendente. El barro y yo es un espectáculo en base a esa capacidad el maestro creó. Quien haya sido testigo de esa experiencia, difícilmente pueda olvidar cómo Moreyra habla con sus personajes, invitándolos a que abandonen ese lecho de arcilla y emerjan al mundo.Hombre Barro Fuego Moreyra es el creador de la asociación civil Hombre Barro Fuego, cuyo objetivo es el de “difundir a través de la investigación, la docencia y las exposiciones, las tradiciones artísticas y artesanales de nuestro país y América para obtener la independencia regional”. Para hacerlo, se plantea tomar contacto con lo popular del arte de la cerámica, “recuperando su esencia expresiva y espiritual, reivindicando la comunión entre el hombre y la naturaleza”. Como docente e investigador, Moreyra capacitó, junto al cofundador de Hombre Barro Fuego, el profesor Víctor Hugo Garay, a miles de personas en este arte. Creando más de 60 talleres en distintas ciudades de nuestro país y el exterior. Las actividades de la asociación civil cuentan con el aval del Departamento Científico de Arqueología de la facultad de Ciencias Naturales y Museo de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), y han sido declaradas de interés Científico-Técnico por la secretaría de Extensión de esa casa de estudios. Allí, junto a Garay, Moreyra logró mimetizarse con el arte de los originarios de Latinoamérica. Actualmente su trabajo se reparte entre la restauración, la elaboración de réplicas de piezas originales, las reproducciones de libre expresión, y las creaciones personales. Entre estas últimas se destacan las obras que fueron seleccionadas para integrar el stand de las Américas, en la ExpoSevilla ‘92, en las que se distingue su sello particular. En la actualidad trabaja en la producción de elementos utilitarios de arcilla, adobe y piedra, y pretende continuar sobre la base del uso exclusivo de los materiales elegidos por los pueblos originarios. (Diario Hoy)